Hay algo que me hace sentir orgulloso de mis raíces japonesas, el detalle de la fuerza que demuestran sus ciudadanos ante la adversidad, el sentido de comunidad, la ayuda al prójimo y el respeto por sobre todas las cosas. Puede ser que los japoneses no sean seres excepcionales en su totalidad, pero muestran esa excepcionalidad en momentos en que uno menos lo espera y más se necesita.
Luego de las impresionantes imágenes del terremoto de 9.0 grados, el tsunami y el peligro nuclear, lo que viene llamando la atención es el comportamiento, la calma y la fuerza con que los japoneses enfrentan esta adversidad. Este tipo de eventos provoca que del ser humano surjan dos comportamientos opuestos: el individualista-egoista o el comunitario-solidario. Muchos nos hemos sorprendido por el comportamiento comunitario y solidario de los japoneses, es noticia, sin embargo, para ellos es algo que se lleva por dentro y de manera cotidiana.
Hemos sido testigos de anteriores desastres naturales como el huracán Katrina en Estados Unidos en el 2005, las inundaciones en Inglaterra y el terremoto en Perú en el 2007, así como también los terremotos en Haití y en Chile en el 2010, en la que además del caos generalizado se presentaron saqueos, peleas por alimentos e incluso robos de productos no indispensables como televisores. En todos estos casos tuvieron que intervenir tropas policiales/militares con órdenes de detener e incluso disparar a quienes cometan hurtos.
Paradójicamente, en Japón se ha visto que los ciudadanos han permanecido en calma, en los supermercados escasean varios productos básicos, pero no se vio ningún aumento en los precios. Por otro lado el reparto de comida se efectúa de manera ordenada y paciente, las personas afectadas sin un lugar dónde vivir se encuentran refugiadas en los colegios de los pueblos cercanos y el trabajo de la policía y militares, sumado a la de voluntarios, es hoy ayudar a los damnificados entre los que se encuentran mayormente ancianos y niños.
"La sociedad nipona tiene un pensamiento de tipo grupal y eso es una gran virtud en momentos como éstos. No hay espacio para el individualismo. La prioridad siempre es el otro y eso lo viví en vivo y en directo muchísimas veces, cuando se desvivían por ayudarme al verme cara de extranjera. Esa manera de pensar es la que los ayuda hoy más que nunca, es la que les permite darse cuenta que si hacen algo que perjudique al otro, se están perjudicando a ellos mismos...El respeto hacia el prójimo en absolutamente todas sus facetas y frente a cualquier escenario es parte de la idiosincrasia japonesa;
es como si lo llevaran en su ADN."
Relata la periodista Mariana Trigo de La Nación (Argentina).
"Somos una comunidad de gente en una pequeña isla así que tenemos la naturaleza cultural de ayudarnos los unos a los otros. Nunca hacemos mal a la gente. Tenemos una cultura de la cooperación y de ayuda mutua. Esto corre muy profundo en la gente. Si hay comida, se comparte, no se roba",
dijo Midori Takeuchi, Cónsul Adjunta de Japón en Detroit, Michigan, a Univision.com.
En CNN veía cómo en medio de una transmisión en directo pasaban de un lado a otro varias personas en bicicleta, el periodista resaltaba con sorpresa el empuje de los ciudadanos, que a pesar de todo lo que habían vivido trataban de seguir su vida con normalidad.
El emperador de Japón Akihito apareció en un discurso televisado por primera vez en 22 años, con un mensaje en el que además de expresar su preocupación, instó a las personas a cuidarse los unos a los otros: “Espero desde el fondo de mi corazón que las personas, juntas, se traten las unas a las otras con compasión y superen estos tiempos difíciles”, asimismo añadió "No sabemos a cuánto asciende el número de víctimas, pero rezo por cada persona que pueda ser salvada".
Este
artículo del diario La Nación (Argentina) señala que "en Tokio, los negocios se disculpan por cerrar fuera de horario a causa de los apagones programados. En el Este, en la zona más expuesta, es evidente el esfuerzo por tratar de volver a la normalidad -o a lo más parecido a ella- aun en el medio de la nada. Diferente es la suerte en las escuelas, convertidas muchas de ellas en el centro donde se refugian quienes perdieron sus casas en el sismo. Una imagen de la televisión muestra cómo, en la lejana Sendai, un hombre se inclina una y otra vez para agradecer a quienes tratan de ayudarlo a buscar a su esposa, pese a que los esfuerzos no sirvieron para ubicarla. Parte cabizbajo, pero sin flaquear. "Los japoneses lloran por dentro, pero lloran", dice Tashia Kova, una de las maestras que trabajan en la escuela reconvertida en refugio.
Me sorprende ver la comparación en imágenes de desastres similares en otros países en donde las personas saqueaban negocios y se peleaban unos con otros; asímismo, la fuerza policial y militar era empleada para detener a los maleantes y agresores. En cambio, los ciudadanos japoneses nos han demostrado lo importante de estar unidos, permanecer calmados y cuidarse los unos a los otros, asimismo, las fuerzas del orden junto a ciudadanos se confunden en un solo grupo en búsqueda de sobrevivientes.
Lloren o no, ya sea porque están preparados para esto o por la cultura misma, hoy no importa. Es admirable ver en los noticieros o por comentarios de gente que vive en Japón cómo afrontan la situación con una rara calma. Las noticias, en lo referente a las personas, extrañamente no refieren a saqueos ni violencia, sino a la sorpresa por la cooperación, el apoyo y el orden en el que se relacionan a pesar de la magnitud de la tragedia, características de una comunidad que tiene un único objetivo,
el bien de todos, que hace que se me ponga la piel de gallina y el orgullo por el ADN que llevo en la sangre se encuentre al tope.
GanBaTTe NiHoN!!