Respirar. Siempre lo hacemos, pero no nos damos cuenta.
Hace 3 noches al acostarme en la cama, ya con las luces apagadas, me di cuenta realmente que respiraba. Suena tonto, pero ¿con cuánta seguridad podemos decir la cantidad de veces que pensamos en ello de la misma manera que las comidas que tuvimos en el día o el tiempo que miramos televisión? ...Son esos detalles los que nos echan en cara que algo tan importante pasa desapercibido.
Aquella vez, en la oscuridad de la noche y el silencio, pude realmente SENTIR de manera Conciente cómo el aire ingresaba por la nariz e iba recorriendo centímetro a centímetro llenando lentamente los pulmones que se iban inflando mientras mi pecho se ampliaba. Luego, con la exhalación, salía el aire que había ingresado calentando momentáneamente la puntita de la nariz.
Al levantarme y empezar una nueva rutina diaria olvidé este acto maravilloso y vital hasta que me acosté nuevamente.
¿Por qué no valoramos o apreciamos en el día lo que es esencial y vital para nuestra existencia? Sólo nos preocupamos por ello cuando nos hace falta, estamos enfermos o con la nariz tapada.
Por otro lado, son más los días que estamos sanos y menos los que estamos enfermos. En ambos casos igualmente nunca dejamos de respirar.
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