miércoles, 30 de junio de 2010

Una PAUSA necesaria y obligatoria


 "No podemos cambiar la dirección del viento,
pero sí ajustar las velas"

Ya son las 00:00 horas del 01 de Julio del 2010.
Oficial y exactamente, mitad de año.

He notado en los últimos años que generalmente a mediados de diciembre me pongo a pensar en cuán rápido ha pasado el tiempo y a su vez, con el puño cerrado, me arrepiento más de las cosas que no hice que emocionarme por las que logré.

En ese momento defino metas para poder concretarlas en el año siguiente, pero claro, ya es un poquito tarde. Por otro lado, como normalmente sucede, a lo largo del camino siempre ocurren cosas que modifican los planes o también puedo llegar a olvidar los objetivos y las tareas planeadas, y así llega un nuevo diciembre y otra vez con el puño cerrado y la angustia atravesada en la garganta.


Está muy buena, para un momento como éste, la analogía del bote vela, el mar amplio y los vientos que corren.

Ahora es un buen momento para detenernos (y estaría bueno hacerlo más seguido) para tener un panorama acerca de dónde nos encontramos hoy y cuánto nos falta hacer para alcanzar nuestros objetivos, para así tener en claro nuestro Norte y saber hacia dónde debemos dirigirnos.


De esta manera podremos calcular cuánta fuerza debemos utilizar para que así, aunque el viento nos juegue en contra, poder ajustar nuestras velas y aprovechar su ráfaga, conseguir lo que necesitemos, acudir a donde debamos y utilizar toda la fuerza que tengamos para que, teniendo todo lo anterior a nuestro favor, lleguemos al lugar planeado en tiempo y forma.

 
Y así, llegará el mes de diciembre y con ambos brazos en lo alto y una sonrisa en el rostro podremos decir: Lo logré.


Llegamos a mitad de año, es momento de hacer una pausa para ubicarnos en el espacio y colocar todas nuestras fichas en pos de alcanzar nuestros objetivos.

El ser humano tiene una característica que me sorprende: es capaz de lograr hasta lo imposible si es que se lo propone, lucha por conseguirlo y no desiste hasta alcanzarlo.

Fuerzas para este Nuevo Comienzo! :D FeLiZ Mitad de Año!

martes, 29 de junio de 2010

Gran Acto de Nobleza

El siguiente relato me hizo poner la piel de gallina aunque haya sido aclarado como no real. Tiene una magia especial y lo rescato a modo literario como un gran ejemplo y acto de nobleza que nosotros, como seres humanos, podemos ser capaces de realizar.

Fue extraído del libro "Historias que hacen bien" de Daniel Colombo.

Esta es una historia conmovedora, protagonizada por dos de los tenores más famosos del mundo: Plácido Domingo y José Carreras.

Es conocida la rivalidad existente entre los catalanes y los madrileños: en el ámbito político, los primeros luchan por su autonomía en una España dominada por Madrid; en el ámbito futbolístico, los mayores rivales son el Real Madrid y el Barcelona. Pues bien, Plácido Domingo es madrileño y José Carreras, catalán.

En 1984, por cuestiones políticas, Carreras y Domingo se enemistaron.

Siempre muy solicitados en todas partes del mundo, ambos hacían constar en sus contratos que sólo se presentarían en determinado espectáculo si su adversario no era convocado.

Pero en 1987, Carreras conoció un enemigo mucho más implacable que Plácido Domingo: la leucemia. Su lucha contra el cáncer fue sufrida y persistente. Se sometió a varios tratamientos, como el auto transplante de la médula ósea, además de transfusiones de sangre, lo que lo obligaba a viajar una vez por mes a Estados Unidos.

Como es obvio, no podía trabajar en esas condiciones y, a pesar de ser dueño de una razonable fortuna, los altos costos de los viajes y del tratamiento rápidamente debilitaron sus finanzas.

Cuando no tuvo más dinero, se enteró de la existencia de una fundación en Madrid, cuya única finalidad era solventar el tratamiento de leucémicos.

Gracias al apoyo de esta fundación, Carreras pudo continuar su tratamiento, venció la dolencia y volvió a cantar. Luego de cobrar merecidamente, los altos honorarios que acostumbraba percibir, José Carreras intentó asociarse a esa fundación. Cuando leyó sus estatutos, quedó absorto: el fundador, mayor colaborador y presidente de dicha institución era Plácido Domingo.

Descubrió que éste había creado la entidad, en principio, para atenderlo exclusivamente a él y que se había mantenido en el anonimato para no humillarlo.

El instante más conmovedor - programado por Plácido - fue el encuentro de ambos en una de sus presentaciones en Madrid.

En un momento dado, Carreras interrumpió el concierto y humildemente, frente a un público multitudinario, se arrodilló, le pidió disculpas y le agradeció su invalorable ayuda. Plácido lo tomó de las manos y con un fuerte abrazo sellaron el inicio de una gran amistad.

Más tarde, en una entrevista, una periodista le preguntó a Plácido Domingo:

¿Por qué creó la fundación en un momento en el que, además de beneficiar a un "enemigo", revivía al único artista capaz de competir con usted?

La respuesta de Plácido Domingo fue breve y concluyente: "Porque una voz como ésa no se puede perder".



Podrá ser más grande la nobleza humana que el orgullo personal?

Sé que es difícil hacer algo grande como lo narrado en esta historia, pero somos capaces de hacer cosas inmensas por más sencillas que parezcan.

El tamaño real de nuestras noblezas se encuentra en la entrega con que se realice, la importancia que se le de y la acción realizada desde la pureza del corazón por el bien del prójimo.